Jorge Henderson reveló los detalles del operativo clandestino que permitió la salida del líder nacionalista hacia Argentina, apenas 48 horas después del inicio de la dictadura.
Henderson recordó cómo trasladó al líder del Partido Nacional hacia Argentina el 29 de junio de 1973, apenas dos días después del inicio de la dictadura en Uruguay.
El 29 de junio de 1973, a las 14:15, un pequeño avión despegó desde el aeropuerto El Jagüel rumbo a Argentina. A bordo viajaban Wilson Ferreira Aldunate, su esposa Susana Sienra y el piloto Jorge Henderson. La salida se realizó en secreto, dos días después del golpe de Estado que disolvió el Parlamento y dio inicio a la dictadura en Uruguay.
“Hace 52 años todos teníamos una idea clarísima de la importancia que tenía Wilson Ferreira en el país y la importancia de su proyecto”, expresó Henderson en diálogo con la Contratapa de la Revista de FM GENTE. Recordó que en las elecciones de 1971, el Partido Nacional había estado cerca de ganar. “Había quedado una sensación de frustración. Lo canalizábamos por el lado de que iba a haber otra elección, y allí la íbamos a pelear. Eso no ocurrió”.
Según relató, un conocido le anticipó que se aproximaba un golpe de Estado. “Cuando llegó el golpe, me llamaron para que fuera a sacar a Ferreira. Fui a Montevideo”, contó. Su propio avión estaba en reparaciones, por lo que le facilitaron otra aeronave. “No supe ni quién lo puso, ni siquiera recuerdo la matrícula”.
Detalló que debieron cortar yuyos y un alambrado para que Ferreira llegara a la cabeza de la pista. “Era mucho más larga que la actual”, dijo. Para evitar controles, escribió en la planilla de vuelo que viajaba solo y que su destino era una pista autorizada en Paysandú. “No volaba nadie ese día”.
El destino final fue el aeropuerto Don Torcuato, en Buenos Aires. “Fue complicado bajar porque fui sin documentos”, señaló. Un patrullero policial los esperaba. “Le dije que Ferreira estaba adentro de la aeronave”.
El piloto permaneció junto a Ferreira en Argentina. “Yo no tenía ropa, plata, no tenía nada”, recordó. Al final de su testimonio, dejó una reflexión: “Me queda un gusto amargo, porque los 12 años de dictadura fueron innecesarios”.