“Manifestamos nuestro dolor y empatía por lo vivido por las víctimas y su familia y aseguramos que seguiremos trabajando con rigor en la prevención de estos delitos en todos los ámbitos eclesiales” dice un comunicado fechado en el día de ayer.
Agrega el documento que “también reiteramos nuestro compromiso en la reparación a las víctimas y seguir colaborando con la justicia”.
El sacerdote Gustavo Melgar perteneciente a la diócesis fue condenado a 8 años de prisión por “atentado violento al pudor, abuso sexual y abuso sexual especialmente agravado” de dos menores.
Melgar estaba suspendido en sus funciones desde diciembre 2020 y con arresto domiciliario desde marzo del año pasado.
El obispado hizo saber que se encuentra a disposición el 095 382 465 y el mail [email protected] para recibir denuncias de abuso sexual contra menores por sacerdotes y personas consagradas de todo el país.
Golpe a la "credibilidad" de la iglesia
El Obispo Milton Tróccoli calificó como "golpe" lo ocurrido y dijo que habrá una "reparación económica" establecida por la justicia y una "moral". Según lo resuelto por la justicia serán de 12 salarios mínimos nacionales.
Se trató de la única situación judicializada, aunque el Obispo precisó que existían dos denuncias que databan de 30 años atrás, pero habían prescripto.
Sin embargo estos antecedentes también se incorporaron a las actuaciones que derivaron en la condena del religioso uruguayo.
El juicio oral se tramitó en seis sesiones en el mes de diciembre de 2021, estando el imputado cumpliendo arresto domiciliario como medida cautelar, con colocación de dispositivo de monitoreo electrónico y prohibición de comunicación y relacionamiento directo o indirectamente con las víctimas, su madre y hermanos.
Se trata de dos víctimas, hermanas entre ellas que tienen hoy 16 y 20 años, quienes develaron haber sido víctimas de abuso sexual, perpetrado durante varios años por el hoy condenado, un allegado a la familia y referente religioso.
La develación fue hecha en setiembre de 2019 por una de las víctimas, en oportunidad en que su madre no estaba presente.
El punto de inflexión en la víctima fue un nuevo episodio de abuso, ocurrido días antes, en que el imputado intensificó la agresión sexual; la adolescente lo narró a sus hermanos y este hecho motivó que se realizara la denuncia y comenzara la investigación que concluye con la sentencia dictada.
De los testimonios surge que el vínculo entre el condenado y la familia es de larga data y cuyo origen fue por la cercanía religiosa.
En este contexto, el imputado brindó diversos apoyos a la familia económicamente, con alimentos, gestión del alquiler de la vivienda, entre otros.
Frecuentaba la casa donde habitaban las víctimas con su madre (quien también está siendo investigada penalmente por los hechos) y hermanos, y en esa ocasión perpetraba los abusos sexuales denunciados" hizo saber la Fiscalía General de la Nación.